sábado, 27 de febrero de 2010

La adversidad, gran maestra ¡No te detengas! -Por María Cecilia Erosa Encalada

Al terminar este año escolar podemos sentirnos felices de saber
que alcanzamos nuestras metas... Todos trabajamos duro y pusimos
nuestras energías para alcanzarlas.
Cuando sentíamos que no podíamos, siempre llegó ayuda de algún buen maestro
o un buen compañero de clase. El tiempo que pasamos en el colegio nos dio
la
oportunidad no sólo de lograr grandes cosas, sino también de conseguir grandes amistades.
En todo este tiempo pudimos soñar, planificar, estudiar, festejar y madurar juntos.
También podremos sentirnos llenos de sinsabores, pero el camino cuesta arriba
a veces resulta escarpado e inevitablemente pudimos fracasar, pero nuestro fracaso
nunca será definitivo, sino que siempre será lo que nos impulse una vez más para
volver a intentarlo.
Lo importante es seguir ¡No debemos pensar que un fracaso será malo, siempre
y cuando rápidamente volvamos a intentarlo una y otra vez! En cierta manera
todos los éxitos nacen de alguna caída que nos ayuda a madurar; todos hemos
de pasar por eso, pero manteniendo la mirada fija en alcanzar nuestras metas.
En nuestros fracasos tratamos de descubrir qué fue lo que nos hizo caer y es en
el momento del sufrimiento con sus terribles consecuencias cuando aprendemos
a ver a una nueva dirección y en ella ¡el camino al éxito!, pues en el sufrimiento
descubrimos una fuerza especial, que nos acercará cada vez más a conseguir todo
lo que nos propongamos.
Por lo tanto, los jóvenes, poniendo en práctica lo anterior, no deberán tener miedo
cuando tengan algún fracaso, pero sí han de tenerlo cuando se sientan vencidos y
no quieran volver a intentarlo...
Esta madurez que obtenemos dentro del fracaso nos hará ser nobles de espíritu y
podremos estar, de alguna forma, siempre cercanos al dolor de los que necesiten
de nosotros.
De esta manera sabrán ponerse en el lugar del sufrimiento ajeno y descubrirán
en sus propios fracasos y en los de su prójimo el coraje y el valor para enfrentarlos
con la fuerza que nos da todo sufrimiento. No hay fracaso que sea invencible si
encontramos el valor, la voluntad y la fuerza para superarnos nuevamente.
Y si un fracaso llega después de otro ¡no te rindas! Cambia de ambiente,
intenta otra vez y vuelve a levantarte.
La mejor maestra William Hazlitt decía:
“La prosperidad es una gran maestra; la adversidad es mejor aún”.
Pensemos que nuestro campo de acción es aquí y ahora,
y que cada obstáculo superado será como un escalón que nos ayudará
a llegar más alto, y entonces olvídate de tus límites, pues cuando
te sientas sin esperanzas, confía en Dios pero también en ti
y nunca olvides permitir que te ayuden los que te quieren.
Por último, recordemos lo que
Thomas Alva Edison decía:
“Muchos de los que fracasaron son personas que se rindieron justo cuando
estaban por alcanzar su objetivo”.Todos hemos luchado por conseguir
nuestros sueños, no importa si tardas en conseguirlos,
¡mientras no te detengas!— Mérida, Yucatán.